Si, como...

Sí, como
el suicida de la sociedad.
Piedra de ansia.
Somos su carne.
En algún lugar de esa lámina de insomnio anida
(¿Oyes su respiración en la obscuridad?)
lo que para vivir necesitamos que esté
ahí.
Ahí, sí, como el sol o la mar.
Deslumbrando al sabio y asombrando al bárbaro.
Ah, ese Encantamiento
aplaca
cuanto lacera no ya nuestra memoria, aunque
la unte de un dulcísimo bálsamo, sino
que calma algo dentro de nosotros,
algo que no sabemos lo que es,
pero que araña la carne.
La Música, el Arte, la Poesía,
misteriosas ofrendas en un altar impenetrable.
También, acaso,
l’affreux rire de l’idiot.

Entrego mi mente a su silencio desollado vivo,
saboreo los jugos que manan de su sexo,
anonada mi yo,
su Gracia asciende por mi cuerpo y mi inteligencia.