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LITERATURA E SUCETA: Reyes DE GREGORIO: "QUANDU SCRIVU"

Viajar y leer son dos de los placeres máximos...

Viajar y leer son dos de los placeres máximos que conozco y ambos son complementarios. Es posible viajar sin necesidad de moverte de tu lugar de lectura gracias a la magia de la literatura pero si el viaje incluye un desplazamiento es imprescindible para mi leer la literatura contemporánea del lugar a donde acudes, si no el viaje será incompleto. Nada como la literatura de un país, de una región, te muestra la realidad y dentro de ésta realidad es la poesía la que mide el estado anímico de su gente. Aunque la poesía puede ser un genero de ficción “El poeta es un gran fingidor” dijo Pessoa, entre sus versos siempre subyace el alma.

En encuentros como éste “Printemps des Poetes” donde nos reunimos gente de países y culturas diferentes, pero con mismas inquietudes, la poesía y el viaje viven en armónica  simbiosis, enriqueciéndonos de una manera cálida y directa.

Mi primera salida para leer mis versos a un país extranjero fue hace dos años, coincidiendo con la publicación de mi primer libro, a Marruecos.

Tristemente no hablo árabe, ni francés, que es la segunda lengua en ese país con clara diferencia  del español. Acudí a un encuentro llamado “Mujer y literatura” donde estábamos mujeres de ambas orillas del Mediterráneo. Europeas asistimos una poeta italiana y yo. Tuve la suerte de conectar con hispanistas marroquíes y la noche anterior a mi lectura me tradujeron tres de los poemas que iba a leer. Entre los poetas marroquíes que dominaban el español, una poeta yemenita que no lo hablaba pero la consultaban continuamente distintos giros lingüísticos y las preguntas que me hacían a mí intentando dar sentido a expresiones características de mi idioma construimos una torre de babel majestuosa de la que salimos enriquecidos todos. Llegado el momento de mi lectura, yo leí en español e Itbissam leyó mis poemas en árabe. Pude comprobar como surgió el encanto, como captaban el humor que yo había intentado transmitir en español y que se hacía evidente que podía existir en árabe. Mi poesía pudo compararse con voces femeninas de poetas marroquíes, turcas, sirias. Todos nos interesamos sobre las publicaciones de poesía contemporánea traducida a los distintos idiomas de los países representados. En fin, todo esto surgió gracias a un encuentro como éste y gracias a la traducción.

Algo parecido sucedió en el festival “Ardentissima” en Murcia, la primavera pasada, donde tuve la suerte de conocer a François-Michel Durazzo, poeta y traductor, y estar en estos momentos en Córcega.

Roy Cambell en una revista poética, decía que “Las traducciones (como las esposas) rara vez son fieles”

Yo no soy traductora, si acaso he ayudado a amigos poetas de lengua no española a dar forma poética y una estructura gramatical que facilitara la comprensión al lector español a sus poemas previamente traducidos de una forma literal.

Conozco la dificultad de la traducción. Sé las teorías que exponen que hace falta un poeta para traducir a otro poeta, incluso que lo mejor es utilizar el trabajo de dos personas, una que realice una traducción literal lo más fielmente posible y que  sobre esa base el traductor-poeta elabore el texto definitivo. Hay quien va más allá y piensa que una traducción necesita dos poetas, ambos bilingües, uno del idioma original y  otro del que se vaya a traducir. Se que la dificultad es grande en lenguas léxica y gramaticalmente muy próximas, como el catalán y el francés, y más aún si los idiomas tienen escasa o nula relación como el italiano y el japonés, o simplemente de una lengua monosilábica como el inglés a otra de estructura polisilábica como el español. Y sé que es mejor traducir directamente de la lengua original y no traducir de traducciones.

Estos últimos años me he interesado y he leído con mayor frecuencia poesía femenina. Gracias a la traducción a mi idioma he podido deleitarme con los landays de las mujeres pastúnes y  ver sus coincidencias con poemas de mujeres latinoamericanas. Gracias a la traducción he disfrutado de los poemas de las “Trobaritz” del siglo XII y compararlas con la poesía femenina hispanoárabe. Gracias a la traducción encuentro voces femeninas de países lejanísimo, de culturas, religión, tradiciones diferentes y que me transmiten una manera de entender la literatura parecida a la mía. Cambian los idiomas, la manera de expresión, la métrica incluso los símbolos pero los sentimientos son los mismos. Todas somos una, tenemos un alma y una raíz común.  

Escribo en un idioma que tiene más de cuatrocientos millones de hablantes, es la segunda lengua de uso internacional, crece en todas partes y es la más estudiada después del inglés . Esto es para mi un orgullo, pero de nada me sirve si quiero saber y leer lo que se escribe fuera de España e Hispanoamérica. Necesito la traducción.

En una animada charla con una poeta-traductora española, me contaba la anécdota de un poeta que traduciendo del francés, había escrito en un verso algo así como “temerosos ejércitos de ratones calvos” cuando en realidad se trataban de “murciélagos”. Realmente da pavor la idea de imaginarse a muchos ratones calvos todos juntos avanzando. Aunque está claro que parte del bouquet de un poema se pierde al verterlo en una lengua extranjera hay que beberlo y disfrutarlo. Ya es mucho. Bienvenido sea ese vino y guardémonos de las legiones de ratones calvos.

Reyes de Gregorio (Córcega 10.03.2005)