El río

Mientras ocurre el río
está la nada acariciándolo
desde cualquier parte del cauce.
Agazapada entre las piedras
como animal herido,
espera que el torrente de las aguas
haga rutina su belleza.
Si el río -un accidente de la nada-
impone su ternura,
su coraje y su música,
es para arrebatarnos el paisaje
que en torno a él imaginamos.
Cuando los ojos se concentren
en la fuerza que emana de su primera sílaba,
esa corriente que transporta
los nombres más hermosos de la tierra
será la nada entera
y nosotros la imagen de aquel río.