Poemes Botella de naufragi

Dirección desconocida

Pedía la dirección
del Paraíso.
Y el Paraíso no la tiene: dirección desconocida.

Se está dentro del terremoto
y no es posible saber
donde está la barandilla protectora.
Al borde de los precipicios más profundos
siempre aparece el miedo.

No se viven días plácidos,
si el tiempo pasa
huérfano de alegría y de color.

Convendría recordar las exactas
palabras de Yunus Emre
cuando escribía esto:

Este camino es largo y con muchas etapas.
Por aquí no hay atajos, sino insondables aguas.

Ningún atajo, para dejar atrás
caminos de malas huellas.
No se ve ni la salida
ni el final, nada de nada.

Se piden herramientas útiles:
una mano o una palabra.
También un beso, si no hay
algo más potente.

No llega ninguna respuesta. Siempre lo mismo:
dirección desconocida.

Selva de palabras

Gotas de lluvias inoportunas
van mojando papeles escritos
con el material de insomnios.
Son los trabajos de los predicadores,
artífices de palabras ordenadas
hasta formar un collar que ahorca.

La lluvia deja escapar la sustancia
suprema, y totalmente artificial,
que ha hecho la comedia.
Cada palabra resbaladiza
convertida en hermoso meandro
va buscando la salida del blanco papel.

¿Qué quedará de la poesía, cuando se convierta
en mojado y caprichoso dibujo?
Será como buscar imágenes
sobre los añicos de un espejo roto.

Se deberán repensar los poemas
de palabras inútiles.
Sería mucho mejor coger el machete
y, abriendo camino sin miedo,
ir penetrando en las selvas de palabras.

El tiempo entre los dedos

He intentado correr
persiguiendo el tiempo,
pero el reloj, todos los relojes,
se han detenido y marcan
el miedo en punto.

Tengo que aceptar la tristeza.
Convivir con la tristeza.

El tiempo va pasando y yo,
siempre desorientado, desencaminado
y sin punto de referencia,
estoy añorando un pájaro
guía, como el hilo del laberinto,
que me ayude a salir del lugar
donde ahora me he encontrado perdido.

Informaciones de última hora,
geografías ignoradas y una llave
en el bolsillo del pantalón
me hacen errar el camino.

Encontraré un papel escrito navegando
dentro de una botella de naufragio.
Palabras de Rafael Guillén
me ayudarán a aceptar el corto tramo de vida,
cuando pueda leer:

Que no tengo más ancla, que no tengo
más posible contacto, que no tengo
más vertedero, o playa, o límite si quieres.
Dame el silencio, o lo que sea. Dame

algo que me acompañe.

Ahora mismo, sin un grito
dentro del naufragio, noto el tiempo
bien desmenuzado escapando de las manos.